24 de diciembre de 2015

Kenya, país pendiente

-Libro-guía-


Había circulado una tarde-noche por las carreteras de Kenya hace muchos años al tratar de llegar del lago Victoria a Arusha (ambos lugares en Tanzania), ciudad ésta de partida para visitar el famoso cráter del Ngorongoro. La falta de carreteras entre ambos puntos, debido a la situación del Serengueti, obligaba entonces a hacer esa ruta. Había transitado por sus caminos pero no había visitado el país. Cree que se lo debía y no va a pasar más tiempo sin patearlo. Dentro de unos días desempolvará la mochila, preparará sus cuatro camisetas raídas y las otras cuatro cosas que suele empaquetar y se lanzará a la aventura.
Nada que ocultar. El país le apetece pero no le emociona; lleva ganas pero no una ilusión desmedida y sabe que habiendo ya visitado Tanzania, Kenya le va a ofrecer más de lo mismo. Quizás mucho más 'turisteo' y menos inocencia de sus gentes a la hora de enfrentarse al visitante. En todo caso, son premoniciones y el viajero insatisfecho no puede basar su viaje en ellas. Hace unos días compró la ‘lonely’, pese a estar un poco harto de estos libros-guía, y ha leído dos cosas.
Suficiente.
No hace falta ir muy documentado, es necesario dejarse sorprender y vivir de la improvisación. ¿Para qué si no viajar?. Salir del apuro, resolver en el momento y decidir la ruta la noche anterior son los principios básicos del buen viajar. El mochilero leonés los cumple a rajatabla.
¿Alguna sugerencia?.

Copyright © By Blas F.Tomé 2015

11 de diciembre de 2015

La roca de Pidurangala / Sri Lanka

-La roca Sigiriya, vista desde la roca de Pidurangala-

Cuando este viajero insatisfecho llegó a la roca Sigiriya (sobre la que ya ha escrito un ‘post’) pensó, viendo su empinada y cortante forma, que si subía a la cima se iba a perder la belleza de la roca en sí.  Podría valer el símil de “el árbol impediría ver el bosque”. Cuando se enteró de que había otra roca menos espectacular a poco más de un kilómetro pensó de nuevo (y lo está haciendo muy a menudo) que sería interesante observar desde la una a la otra. Y así fue.

-Buda recostado, antes de llegar a la cima-

La roca de Pidurangala se encontraba muy cercana al norte de la roca Sigiriya. Lo mejor de la experiencia fue la subida a aquel pico con sus impresionantes vistas sobre la otra roca más famosa. Además, muy cerca ya de la cima se encontraba un antiguo Buda en posición recostada que para cualquier viajero, que no hubiera visto muchos otros, podría ser interesante. Rugía el viento en la cumbre, como premonición de lo que sería la ascensión a la otra, que precisamente se llamaba “la roca del León”, más que por el rugido del viento por el diseño de las garras del felino que había en su base. El sol que acompañaba al viento era también fuerte. Parecía que viento y sol se hubieran unido para obligar al viajero a refugiarse al lado de las grandes rocas situadas en la cima al borde del precipicio. Rocas estas que parecían con ganas de salir rodando hacia la llanura. En la subida le acompañaron dos amables y simpáticos jovenzuelos de la zona que al llegar a lo más alto desaparecieron sin dejar rastro. Hubo un momento en que pensó que serían espíritus del Buda tumbado que acababa de dejar atrás.
Unas maravillosas vistas desde la roca de Pidurangala que animaron al mochilero leonés a afrontar al día siguiente el excesivo precio del ticket de entrada a la otra famosa roca. No podía perderse escudriñar por sus entrañas. Algo deberían guardar para ser tan conocida entre viajeros y turistas. Y así era.
-La roca de Pidurangala, vista desde la roca de Sigiriya-


Copyright © By Blas F.Tomé 2015

1 de diciembre de 2015

Parque Nacional de Yala


-Elefante, al fondo, y japonesa, espécimen también abundante-

El tan cacareado Parque Nacional de Yala por los libros-guías de Sri Lanka, y en especial por la ‘lonely’, decepcionó a este mochilero. En sus adentros, una vez realizada la visita, pensó que para el que conociera alguno de los parques nacionales africanos, la aventura en el Yala le iba a resultar un poco pobre, al menos en cuanto a animales avistados.

-Cocodrilo-

El centro de operaciones para hacerle una visita era la ciudad de Tissa (hay otras),  tranquila ciudad cercana y con la suficiente oferta de guías con sus 4x4 para poder cumplir con el objetivo de la aventura. El viajero insatisfecho llegó a Tissa después de varias horas de autobús desde las tierras altas de Sri Lanka, concretamente de Haputale, y no directamente pues tuvo que hacer transbordo en un pueblo que no recuerda. Toda una mañana, y parte de la tarde, de ‘curveteo’ en un autobús local, le posibilitó conocer todos los parajes de paso con cierta lentitud y parsimonia. Pueblos y más pueblos, cascadas, bosques interminables, curvas, montañas verdes hasta su cima y, sobre todo, paradas y más paradas para bajarse o subirse la gente local. Al fin y al cabo era su medio de transporte no el de este intruso leonés. Nada más parar el autobús en la ciudad de destino, un joven caza-mochileros le abordó. ¿Qué mochilero se acercaba a aquella ciudad y no visitaba luego el Parque Nacional aledaño?. Y al mochilero que tenía delante de él le veía despistado y con cara de necesitar información, como así era. A través de este jovenzuelo consiguió un hotel barato y mediante él cerró el trato para recorrer al día siguiente el Yala. No era la mejor época del año, pero el agente turístico casi garantizaba el avistamiento de algún leopardo, y el resto de animales, por supuesto. La ‘lonely’ también consideraba a Yala como “uno de los mejores parques del mundo para ver leopardos”.
No hubo suerte con este felino.

-Gallo de bankiva-

En el parque se estimaba que habitaban unos 300 elefantes salvajes “pero que pueden ser escurridizos”, según el libro-guía. También había osos de pelo negro [fotografía], peludos osos perezosos, chacales, sambares (parecidos a los gamos), chitales (también parecidos a los gamos pero moteados), jabalíes, búfalos, mangostas, gallos de bankiva, pavos reales, monos, y unos cocodrilos “asombrosamente grandes” (tampoco era para tanto y, además, se veían muy lejanos). Fueron cuatro horas completas, con un breve descanso, dentro del parque y la suerte (con la que siempre hay que contar para poder ver animales en la más absoluta libertad) no fue muy propicia.
Otra vez será.

-Oso de pelo negro-


Copyright © By Blas F.Tomé 2015